top of page

10 de noviembre

Día mundial de la educación emocional

Todos impartimos educación emocional. Aún sin proponérnoslo. Cuando decimos a un chico “no llores”, “no te enojes”, o cuando estallamos de ira de forma descontrolada, les estamos transmitiendo a los chicos un modo de posicionarnos frente a nuestras emociones. Es clave validarlas: las emociones no se resuelven, se transitan. 

 

En el sistema educativo, consideramos los NAP, Núcleos de Aprendizaje prioritario, por ejemplo, los accidentes geográficos o las fracciones. Debemos entender que también lo son las emociones y nuestra amplia gama de posibilidades y  de gestionarlas.

 

Cada vez que aparece la frase “siempre lo mismo”,  trae un mensaje que constituye una sentencia, de “no cambio” de “así es y así será”. Deberíamos escucharla como”alarma”, hacerla consciente e imaginar alternativas nuevas de acción o pensamiento.  Los pensamientos son relatos que nos hacemos a nosotros mismos. Cada tanto hay que evaluar esos relatos. No somos los mismos hoy que hace un tiempo atrás. Nuestras creencias sobre nosotros mismos, qué podemos, qué no podemos, y también sobre los demás, nos condicionan. Son capaces tanto de limitarnos, pero también de sacar nuestras potencias. 

 

Las expectativas que depositamos en el otro (sea en un hijo, alumno, pareja, amigo) también contienen un factor que, aunque casi imperceptible, puede ser determinante.  Amerita recorrer esa expectativa y cómo la transmitimos.

 

En trabajo de capacitación en Inteligencia Emocional utilizo diversos recursos para aproximarnos a las distintas temáticas, como cuentos, canciones, fragmentos de films, publicidades, y dramatizaciones Roll playing, incluyendo también algunas técnicas sencillas de respiración y relajación. 

 

En una modalidad de taller vivencial, por ejemplo edades de secundaria, los chicos aportan diversas situaciones que permiten aplicar las habilidades emocionales. Desde el autoconocimiento, pasando por la toma de decisiones hasta el manejo del enojo, del estrés,  y el efecto del circuito de recompensa en el cerebro que interfiere en nuestro comportamiento. De modo práctico se va incorporando información teórica que incluye contenidos de neurociencias. 

 

Es importante incluir, como otro de los hábitos saludables, “la pausa”, un tiempo para detenernos. Registrar lo que sentimos. Tal como nos enseñan culturas orientales milenarias, revalorizar el el contemplar, registrar, tomar conciencia del momento presente, valores que están asomando ya en la cultura occidental de manera incipiente, aunque pisando bastante fuerte.

 

Sistematizar estos aprendizajes implican generar un encuadre, una planificación de contenidos prioritarios, con sus recursos y actividades, adaptando la didáctica a las diferentes edades. Cuando hablo de edades, estas van desde edad escolar, pero de modo de aprendizaje permanente incluyendo adultos y adultos mayores.

 

La neuroplasticidad, según la OMS es la capacidad de las células del sistema nervioso para regenerarse anatómica y funcionalmente. Se refiere también a la capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar como resultado de la conducta y experiencia. Es lo que nos motiva a pensar en esta línea como un modo más de generar los cambios que buscamos en nuestras vidas. 

 

A través de varios años de trabajar estos temas en distintas franjas etareas, he comprobado la atracción que genera. Lo que se disfruta aprender, al mismo tiempo que se aporta lo propio. Cuando se hace en forma grupal, da la posibilidad de contrastar creencias, o mandatos (que parecían únicos posibles), con los de los demás. 

No se sale indemne de participar de un proceso de autoconocimiento y otras habilidades.

 

Al abordar las temáticas relacionadas con habilidades socio emocionales (la OMS las llama “Habilidades para  la vida”, en las empresas son requeridas como habilidades blandas “soft Skills”) las personas toman conciencia de su nivel de autoestima, se conocen mejor a si mismas, identifican los recursos con que cuentan, con quiénes cuentan, reflexionan sobre la empatía. Una vez que la conocen, comienzan a utilizar la comunicación asertiva para resolver conflictos, intentan cada vez más gestionar sus emociones, sus enojos y a considerar, según su elección y su estilo, herramientas para manejar el estrés.

 

¿Cuál es la llave principal de este proceso? ¿Cómo podemos iniciarlo nosotros mismos? Lo resumo en 2 llaves: 

​

1- Desnaturalizar. Desmenuzar cada tanto algo que parece natural, por ser repetitivo. Cada tanto, regularmente, tomar distancia, analizar lo que ocurre y qué me pasa con lo que ocurre. Incluso si se pudiera (esto es todo un aprendizaje adicional) detectar lo que siento también en el cuerpo con lo que me está ocurriendo. Ponerlo en la cabeza para pensar. 

 

2- Idear respuestas alternativas a lo que nos sucede: si no se logra en el momento, cuando se pueda. Pero “tomar nota” (simbólicamente, o, mejor aún, literalmente: escribiéndolo) 


Como dice Victor Frankl, (psiquiatra, neurólogo,  sobreviviente de los campos de concentración entre 1942 y 1945, fundador de la logoterapia, autor del libro “El hombre en busca de sentido” en el que maravilla cómo en medio de tanto dolor logra identificar posibilidades de acción concreta): “Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio tenemos el poder de elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta se encuentra nuestro crecimiento y nuestra libertad”.

                                                                                          Victor Frankl (1)

 

Todo un desafío hacer crecer nuestra capacidad de percibir lo que sentimos. Esto incluye también el registro de lo bueno, lo agradable que nos pasa, en el mismo momento en que lo vivimos:  la percepción consciente de lo valioso de lo cotidiano, que amerita ponerlo entre los hábitos y nos genera el tan anhelado bienestar, con su correlato beneficioso, como los llaman los neurocientíficos, en los marcadores fisiológicos (desacelerar el ritmo de la respiración, las consecuencias en el sistema circulatorio, etc.)

 

Podemos todos ser Agentes Transformadores del Clima Emocional en lugar que nos encontremos (en casa, en la oficina, en la escuela, etc.) 

​

Entrar a un ambiente que está en tensión, tomar cierta distancia, desnaturalizar lo que sucede, detectar qué me pasa con lo que sucede, invitar a los participantes de la situación a desnaturalizarlo, poner pausa… puede ser un gran aporte personal a la búsqueda de la armonía y la paz, tan necesarias en los ambientes en que nos encontramos.


La educación emocional ya la estamos impartiendo con cada acción de padres, docentes, líderes de empresas o de organizaciones. Es indispensable detenerse a pensar cuáles son los pilares en ls cuales se apoya. En qué valores. El solo hecho de hacerlos conscientes es gran parte del camino allanado.

​

​

(1) Victor Frankl, (psiquiatra, neurólogo,  sobreviviente de los campos de concentración entre 1942 y 1945, fundador de la logoterapia, autor del libro “·El hombre en busca de sentido” en el que maravilla cómo en medio de tanto dolor logra identificar posibilidades de acción concreta)

bottom of page